Son los más sencillos, y también suelen ser los más baratos, no llevan ruedas, están formados por una estructura sobre la que el anciano va apoyándose para caminar.
Disponen de conteras en las patas para evitar que en algún tropiezo pueda resbalarse, al ser conteras de goma se adhieren bien al suelo evitando que se pueda deslizar.
Son los más indicados para interior, suelen ser más estrechos, además de que son muy estables y su riesgo de poder volcar es prácticamente nulo.
Este tipo de caminador se va levantando a cada paso, por lo que conviene elegir un modelo resistente pero ligero. Y esa es precisamente la desventaja que presentan: hay que aprender a manejarlos pues al principio cuesta un poco.